viernes, 31 de octubre de 2008

Carlos Saavedra Lamas. El primer Nobel argentino. A 130 años de su nacimiento


Nació en Buenos Aires en 1878, en el seno de una familia de origen patricio; su bisabuelo fue Cornelio Saavedra presidente de la Primera Junta y su abuelo Mariano Saavedra fue gobernador de la Provincia de Buenos Aires durante la presidencia de Bartolomé Mitre.
Carlos estaba casado con Rosa Sáenz Peña, hija del presidente Luis Sáenz Peña. Se graduó de abogado y su tesis "Régimen Municipal de la Ciudad de Buenos Aires" obtuvo el primer premio. Se destacó en el campo docente: profesor de Derecho Público Provincial y de Historia Constitucional en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de Universidad de La Plata; profesor de la carrera de sociología en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires; profesor de finanzas, de economía política y de derecho constitucional en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. En el período de 1941 a 1943 fue rector de la Universidad de Buenos Aires y más tarde, profesor de Legislación del Trabajo.
Antes de cumplir los 30 años, Saavedra Lamas resultó elegido Diputado Nacional (1908-1912) por la Capital Federal, y más tarde por la Provincia de Buenos Aires (1912-1915). Fue el primer presidente de la Comisión de Negocios Constitucionales y, posteriormente, de la de Presupuesto y Hacienda en la Legislatura. De su labor surgió un proyecto de ley sobre la importación del azúcar, que establecía un régimen proteccionista. También elaboro los proyectos sobre el sistema fiscal y régimen ferroviario. Su pensamiento conservador no le impidió tener una excelente relación con los legisladores de otras corrientes políticas, como Juan B. Justo.
En 1915 asumió como Ministro de Justicia e Instrucción Pública durante la presidencia de Victorino de la Plaza. Así, el 9 de julio de 1916 representó al Presidente en la conmemoración del Centenario de la Independencia, celebrada en San Miguel de Tucumán. Durante el gobierno de Marcelo T. de Alvear (1922-1928), intervino en el Código del Trabajo, basado en el proyecto de Joaquín V. González de comienzos del siglo XX. Propuso transformar en Ministerio al entonces Departamento Nacional del Trabajo. Por su conocimiento desplegado en esa área fue elegido en 1928 presidente de la XI Conferencia Internacional del Trabajo; era la primera vez que un argentino llegaba a esa destacada posición.
Su etapa como ministro de Relaciones Exteriores del Presidente Agustín P. Justo sería calificada como de las más activas y cruciales en la historia de la política exterior argentina. Hábil diplomático, supo mediar en el sangriento conflicto militar entre Paraguay y Bolivia por el Chaco (donde se había descubierto petróleo), que se extendía con toda crudeza desde junio de 1932, y evitó la injerencia estadounidense en la zona, firmándose el 12 de junio de 1935 el Protocolo de Buenos Aires, que puso fin a la guerra. Justamente por su mediación recibió en 1936 el Premio Nobel de la Paz. También defendió la neutralidad del país en la Guerra Civil Española. Este asunto era muy delicado, por la gran cantidad de españoles en Argentina.
Escritor prolífico de obras dedicadas al internacionalismo y al Derecho, entre sus obras cabe destacar:
*El derecho de asilo.
*Por la paz de las Américas.
*Vida internacional.
*El doctor Luis María Drago, su obra internacional.
*Los valores de la Constitución.
*El régimen administrativo y financiero de la Universidad de Buenos Aires.
*Escuela intermedia.
*Los tratados de arbitraje.
*Economía colonial.
*Los asalariados en la República Argentina
[1]

Carlos Saavedra Lamas nació el 1º de Noviembre de 1878, hace 130 años. Fue el primer Premio Nobel argentino y latinoaméricano, por su aporte a la paz internacional. Para ver el Pacto antibélico del que Saavedra Lamas fue mentor, visite la página http://www.oas.org/juridico/spanish/tratados/b-9.html

[1] http://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Saavedra_Lamas

viernes, 24 de octubre de 2008

El conflicto del Beagle. A 30 años del acontecimiento que casi nos lleva a una guerra con Chile


El 22 de julio de 1971 en un encuentro en Salta (Argentina) el presidente de facto argentino A. Lanusse y el chileno S. Allende, sellaron el acuerdo por el que se sometía al Laudo Arbitral de la Corona Británica una de las últimas disputas fronterizas entre ambos países: la cuestión del Beagle. A esta zona sometida al laudo se la conoció como “la del martillo” que comprendía no solo las islas e islotes al sur del Canal de Beagle, sino también la navegabilidad por el mencionado canal y la soberanía sobre el ingreso al Océano Atlántico.
Recordemos que más al sur, el Cabo de Hornos determina la confluencia de los dos océanos, por lo que, como determinaba la “zona del martillo”, Chile buscaba la salida al Atlántico a través de una línea perpendicular que se adentraba 200 millas en este océano, carcomiendo parte de la zona económica exclusiva de la Argentina.
La propuesta argentina para el laudo hacia agua por todos lados. Nunca en la historia hubo un mapa que demostrara la posesión de las islas e islotes al sur del Beagle, aún cuando Ushuaia, la capital del entonces Territorio Nacional de Tierra del Fuego (recordemos que se convirtió en provincia en 1991), está frente a las costas del canal. Más allá de Ushuaia no hay otra posesión argentina que haya acompañado la idea de posesión nacional sobre las islas al sur del Beagle. La posición argentina establecía una línea imaginaria sobre el canal, bordeando la isla chilena de Navarino, dejando a las islas Picton, Nueva y Lennox bajo soberanía argentina, cortando así la pretensión chilena de lograr una salida al Atlántico, según se había dejado sentado en el Protocolo de 1893 (al Tratado de Límites entre Argentina y Chile de 1881) por el que Chile no reclamaría nada sobre el Atlántico, ni Argentina lo haría sobre el Pacífico.
El tribunal arbitral se compuso por cinco jueces del Tribunal de la Haya de diversas nacionalidades: Estados Unidos, Suecia, Gran Bretaña, Francia y Nigeria. El 18 de abril de 1977 la Reina Isabel II de Inglaterra dicta el laudo arbitral por el que se hacían eco a las pretensiones chilenas, ya que no se consideraron parte del Atlántico a las islas e islotes al sur de Beagle, por lo que no se hallaban incluidas en el Tratado de 1881, y por tanto las islas Picton, Nueva y Lennox y una gran zona del Atlántico hacia el este, quedaban bajo soberanía chilena.
El 2 de mayo las partes conocieron el laudo. Chile aceptó inmediatamente la propuesta y comenzó a establecer bases militares y observatorios sobre las islas al sur del Beagle. Argentina, totalmente en desacuerdo, recién a principios de 1978, declara “insalvablemente nulo” al laudo por considerar que no tuvo en cuenta las pretensiones de nuestro país, y que adolece de errores geográficos e históricos.
Comienza así dentro de la Junta Militar que gobernaba Argentina, la puja entre las alas duras (Galtieri, Suárez Mason) y blandas (Videla) para solucionar definitivamente la cuestión limítrofe con Chile a través de un ataque directo al país trasandino. La escalada bélica se llamó “Operación Soberanía” y comenzaron a movilizarse tropas y pertrechos militares tanto a Ushuaia como a la frontera en la Patagonia sur. Bolivia apoyo la tesis argentina, a la que adhirió un reclamo por la salida al mar que Chile le había birlado en la Guerra del Pacífico a fines del siglo XIX. La Armada argentina, parte del ala dura de la Junta (Massera) planeó una operación secreta para ocupar militarmente las islas Picton, Nueva y Lennox y obligar a Chile a replegarse detrás de la cordillera. La Gendarmería nacional cerró varias veces los pasos fronterizos, lo que constituyó un virtual bloqueo al comercio de Chile con el resto de los países latinoamericanos. La guerra era casi una realidad entre los meses de octubre y diciembre de 1978, hace exactamente 30 años.
El entonces presidente Videla, no estaba de acuerdo con iniciar la guerra con Chile, y en sendas reuniones con su par chileno, A. Pinochet, se estudiaron todas las posibilidades para evitar la confrontación. Pero la decisión chilena era irrevocable: las islas al sur del Beagle eran posesión chilena tanto de facto como de jure. El presidente Videla y el canciller Carlos Washington Pastor pusieron en marcha una misión secreta integrada por diplomáticos de carrera, que inició contactos de alto nivel en Washington, Moscú y el Vaticano. El objetivo era generar desde el exterior una presión diplomática sobre el gobierno de Pinochet destinada a “flexibilizar” la postura del gobierno chileno. El mensaje enviado por Videla a estos interlocutores externos argumentaba que la dureza chilena no le dejaba ningún espacio para negociar, en tanto fortalecía a los sectores “duros” del Ejército y la Armada. Videla estaba íntimamente convencido de que la opción bélica con Chile constituía una catástrofe, pero no tenía suficiente poder para frenar los apetitos belicistas de los “halcones”
[1].
El comienzo de la “Operación Soberanía” tenía fecha: la noche del 22 de diciembre de 1978. Justo un día antes el entonces Papa Juan Pablo II, acepta ser mediador del conflicto y envía al Cardenal Antonio Samoré para que revise el laudo arbitral de 1977 e inste a las partes a no iniciar la contienda bélica. El 8 de enero de 1979, Chile y Argentina firmaron el Acta de Montevideo, por la cual aceptaban la mediación papal, retrotraían la situación al status quo de principios de 1977 y se abstenían de iniciar la guerra por la cuestión limítrofe
[2].
Finalmente la decisión papal fue conocida a fines de 1980, fruto de las negociaciones que el Cardenal Samoré llevó a cabo entre las partes, a pesar de continuas presiones por parte de los militares argentinos que trataron de minar la figura de Samoré, a quién consideraron favorecer a las posiciones chilenas
[3].De acuerdo con la misma, el Vaticano otorgaba a Chile las islas Lennox, Picton, Nueva, Evout, Barnevelt, Freycinet, Wollaston, Terhalten y Sesambre, hasta la isla de Hornos. La línea envolvente de las costas de estas islas constituía el llamado “Mar Territorial” chileno, dentro del cual el Papa concedía a la Argentina la posibilidad de instalar ayudas para la navegación en las islas Evout y Barnevelt y un sistema de control terminal aéreo conjunto en la isla Nueva, con el fin de regular los vuelos desde y hacia la Antártida. Asimismo, la propuesta vaticana establecía una “Zona de Actividades Conjuntas y Concertadas” o “Zona o Mar de la Paz”, en donde tanto la Argentina como Chile explorarían y explotarían en común los recursos vivos y no vivos del lecho marino y del subsuelo. La propuesta otorgaba a las autoridades de Buenos Aires y Santiago un breve plazo para responder, que expiraba el 6 de enero de 1981[4].



El 25 de diciembre de 1980 Chile aceptó la propuesta papal. Pero la decisión argentina se vio atrasada hasta finalizada la guerra de Malvinas y la caída de la dictadura: el 25 de noviembre de 1984 en una consulta popular realizada por el gobierno de Alfonsín, el “si” a la propuesta papal obtuvo el 82% de los votos. Cuatro días después se firma en Roma el Tratado de Paz y Amistad entre Chile y Argentina por el que se cierra la cuestión de la soberanía sobre las islas al sur del Beagle y el área marítima circundante.
Otro conflicto limítrofe entre Chile y Argentina, el de Laguna del Desierto, se solucionó por laudo arbitral (un tribunal compuesto por latinoamericanos) el 21 de octubre de 1994, fallando a favor de la Argentina en cuanto a la soberanía sobre la misma. El 16 de diciembre de 1998 se firmó el Acuerdo para precisar el recorrido del límite desde el Monte Fitz Roy hasta el Cerro Daudet de 1998 para reemplazar la poligonal propuesta. El acuerdo mantiene lo firmado en el Tratado de 1881, altas cumbres que dividen aguas y se respeta la divisoria continental de aguas, excepto en algunos sectores en donde se trazan rectas. Éste fue el último conflicto limítrofe con Chile, solucionado también por la vía pacífica.
En diciembre próximo, las Presidentas Fernández de Kirchner y Bachelet se reunirán en Punta Arenas, para instalar la piedra fundamental de un monumento que elogiará el trigésimo aniversario de la mediación papal de Samoré que evitó la guerra entre dos naciones íntimamente ligadas (El Cardenal Samoré falleció en febrero de 1983, no pudo ver concluido el acuerdo de paz por el que tanto luchó).
Aquel 21 de diciembre de 1978, estuvimos cerca de pasar una navidad en guerra…gracias a Dios, primaron las “palomas” de la paz por sobre los “halcones” violentos.

Imágenes:
Arriba: Las soluciones cartográficas a la cuestión limítrofe.
Abajo: La firma del Tratado de 1984 en Roma.

Referencias bibliográficas:
[1] http://www.argentina-rree.com/14/14-057.htm
[2] Braslavsky, Guido, Una navidad en que casi hubo guerra con Chile, Clarín 28/08/2005.
[3] Algañaraz, Julio, Un plan secreto para la guerra. La historia de la santa mediación, Clarín 20/12/1998.
[4] http://www.argentina-rree.com/14/14-057.htm

viernes, 17 de octubre de 2008

Un poco de historia: La Revolución del Terciopelo

En medio de tanta euforia y dramatismo por la crisis económica actual, quiero que nos permitamos un tiempo y un espacio para rememorar los acontecimientos que dejaron su huella en la historia mundial. En mi época de estudiante (no hace mucho) siempre me llamó la atención éste acontecimiento histórico: "La Revolución del Terciopelo" que dio el puntapié inicial a la caída del régimen socialista en la ex Checoeslovaquia y la escisión cuatro años después en los dos Estados independientes, República Checa y Eslovaquia. Hurgando en las páginas de Internet encontré este artículo que quiero compartilo con ustedes, aún cuando no es de mi autoría de lo que prometo que pronto habrá cosas nuevas. Pueden saber más sobre esta historia en http://www.czech.cz/es.

Tras las huellas del 17 de Noviembre.
De Vendula Veselá. Fragmentos.

"El calendario dice que es fiesta nacional. 17 de noviembre. Esta vez, en esta fecha coinciden más de un acontecimiento en estrecha trabazón recíproca. Sin el primer paso no se puede dar el segundo, y así... Cada suceso tiene su valor y su simbolismo, gracias al cual es recordado por la comunidad o cae en el olvido. El primer evento referido es algo que casi ninguno de nosotros ha vivido, el segundo sí. Estamos hablando de la Revolución de Terciopelo. En el artículo que sigue describimos los símbolos de dicha revolución, en los cuales está encriptado su destino y significado.
A pesar de que el 17 de noviembre se ve en los últimos años relacionado con los acontecimientos del año 1989, en realidad esta fecha significa mucho más en la historia del país. Echemos un vistazo a la historia.
Primer paso, año 1939
La época del protectorado de Bohemia y Moravia es uno de los periodos más negros de la historia checoslovaca. Después de veinte años de gobierno democrático llegó en el 1939 la dictadura nazi. El día 28 de octubre, aniversario de la fundación de la primera República, la gente se echó a la calle para protestar por la situación política. La represión nazi fue durísima. Dos estudiantes murieron en las refriegas callejeras y la situación se calentó produciéndose tumultos y desórdenes en los días siguientes. El 17 de noviembre, el día del entierro de Jan Opletal, que era uno de los estudiantes asesinados, la nación entera manifestó públicamente su oposición a la ocupación alemana. A resultas de las disposiciones nazis para controlar la situación, 9 representantes de organizaciones estudiantiles fueron ejecutados y 1200 estudiantes universitarios fueron internados en el campo de concentración de Sachsenhausen-Oranienburg y todas las universidades del país se cerraron. El 17 de noviembre había resultado ser mucho más sangriento que la demostración del 28 de octubre, con la que empezaron los tumultos.Los acontecimientos de ese otoño no fueron completamente ahogados a partir del año 1939 por el fragor de la guerra. No se olvidaron nunca. Ya el segundo aniversario fue recordado en Gran Bretaña, en un encuentro de delegados estudiantiles de 26 países del mundo. En esa reunión fue precisamente donde se proclamó el 17 de noviembre día internacional del estudiante.
Segundo paso, año 1989
La historia de Opletal, así como la importancia internacional de la efemérides, era tan fuerte que los comunistas tuvieron que reconocerla y darle rango de oficialidad, aunque amoldándola a sus propios fines políticos. Se estaba pensando en preparar una gran celebración para el aniversario de los trágicos acontecimientos, cuya organización, originalmente, se iba a confiar a la Unión de Jóvenes Socialistas, en checo conocida también como SSM, compuesta por jóvenes de edades entre 18 y 25 años y dirigida y administrada desde el KSČ -el partido comunista de Checoslovaquia, en el poder. Pero el miedo a que la participación ciudadana fuera insuficiente indujo a los jóvenes socialistas a entregar la organización del acto a la Asociación de estudiantes independientes, ofreciéndose al mismo tiempo a colaborar en el acto de celebración.La Asociación de estudiantes independientes planeó un recorrido desde Albertov, es decir, desde el mismo lugar de la capital en el que se iniciaron las manifestaciones hacía cincuenta años con motivo del entierro de Jan Opletal. Pero los estudiantes comunistas habían pensado en otro recorrido; no fue fácil ponerse de acuerdo.Aquel día se dieron cita en la manifestación unas 15.000 personas. No sólo estudiantes pudieron ser vistos en la comitiva, sino también académicos, profesores, testigos vivos de los acontecimientos de 1939 y gente de a pie que pretendía únicamente expresar su desacuerdo con el régimen comunista.
El castillo de cartas que se desmorona
Desde el año 1988 se podía sentir que cada vez había menos gente que creía en los ideales del socialismo. Las manifestaciones de rotundo desacuerdo se sucedían unas a otras con creciente intensidad, no sólo por parte de los disidentes, sino que la población los secundaba. Desde agosto de 1988, miles de personas se concentraban en el centro de Praga con ocasión de conmemorar fechas que habían sido "prohibidas" por el régimen. La petición conocida como Unas cuantas frases fue recibida con un apoyo sin precedentes entre la población, extendiéndose conspícuamente a partir del 1989.Todas las manifestaciones eran la misma historia; los manifestantes eran disueltos por las fuerzas de seguridad del estado, y unos cuantos participantes acababan en los calabozos de la policía.En los países vecinos el ambiente estaba más o menos lo mismo, aunque con resultados un poco mejores. En Hungría, el telón de hierro ya se había desgarrado para marzo. Polonia tuvo sus primeras elecciones libres también en primavera. Letonia, Estonia y Lituania proclamaron su soberanía en julio. No era una excepción la Alemania Oriental, con la caída del muro de Berlín, ni Bulgaria... El castillo de naipes socialista colapsaba desde sus cimientos. Y en esta atmósfera llena de tensión, se programó en la República Checa una manifestación para celebrar el quincuagésimo aniversario del 17 de noviembre.
(..)
Al final, la manifestación se dirigió al cementerio de Vyšehradský Slavín para visitar la tumba del poeta Karel Mácha, considerado como un símbolo nacional. Después de hacerlo, miles de estudiantes marcharon hacia la Plaza de san Wenceslao, pero no consiguieron llegar. El camino estaba bloqueado en la Avenida Nacional, (Národní Třída), por cuerpos de la Seguridad Nacional, los cuales atacaron a la multitud con una desacostumbrada dureza.
Flores y velas
Muchos guardan en la memoria y en la retina la Revolución de Terciopelo gracias a una serie de símbolos; dichos símbolos nacieron en esos días, cuando el régimen totalitario iba a ser sustituido por el democrático, y están en muchas fotografías de por aquel entonces. En los periódicos pueden verse a cientos fotos en las que las multitudes, en calles atestadas, llevan velas y flores. Depositar flores y encender velas hoy es una cosa normal, pero en aquella época y régimen no lo era. No estaban permitidas las expresiones de reconocimiento de líderes o personalidades no comunistas, y además la libertad de reunión de las personas en público estaba coartada, a menos de tratarse de acciones organizadas por el régimen mismo en beneficio propio. En noviembre de 1989, no había suficientes velas y flores para homenajear a los estudiantes que cayeron en la lucha por la verdad. Los monumentos estaban sembrados de velas y flores que ya entonces parecían prever un futuro mejor.
Václav Havel, uno de los más importantes oponentes del régimen comunista, podría muy bien hablar acerca de estos símbolos. En enero de 1989, depositar flores en el monumento de san Wenceslao en recordatorio del sacrificio de Jan Palach le costó 9 meses de prisión. (Jan Palach se quemó, el 16 de enero de 1969, en la parte alta de la Plaza de san Wenceslao, como protesta por la ocupación soviética y por la transigencia con que los representantes políticos checoslovacos respondieron a ello.)
(..)
Llaves que no sirven sólo para abrir
Uno de los símbolos del cambio "suave" que se verificaba sin muertos ni heridos era el del manojo de llaves. La gente las agitaba con la mano en alto y su sonido tintineante llenaba las calles. Las llaves, que en nuestra cultura tienen la connotación de que alguien se va, acompañaban a la consigna "¡Miloš, nos vamos!" Con ello se estaba diciendo directamente al secretario general del KSČM (El partido comunista), Miloš Jakeš, que se fuera. También se coreaba "¡La última campanada!", "¡Despertemos Praga!", o "¡Libertad para navidades!", consignas con las que se llenaba la atmósfera en un clima de calma tensa.Luego llegó un momento que fue tan importante para la política checa como el 17 de noviembre con el que empezó todo, y aparecieron nuevos símbolos. Esta vez sus protagonistas eran no sólo estudiantes, sino también actores, porque en esos momentos tan graves, los teatros se convirtieron en lugares de debate político ciudadano, en los cuales, en vez de las representaciones programadas, los actores y el público discutían sobre la marcha de los acontecimientos. Aparte de los medios oficiales, representantes de la ideología estatal, apareció un canal de comunicación que los comunistas no podían censurar.
Suave como el terciopelo
La denominación de "revolución de terciopelo" nació en la prensa extranjera, pero pronto superó las fronteras y empezó a utilizarse en la República Checa también. La verdad es que la forma en que los cambios se llevaban a cabo recordaba a la suavidad del terciopelo. Hoy los historiadores conocen bajo esta rúbrica a los días que se extienden entre el 17 de noviembre y en 29 de diciembre de 1989.
(..)
Aunque pueda parecer que el paso del comunismo a la democracia se reduce a unos cuantos iconos, la verdad es distinta. Detrás de los símbolos se esconden acontecimientos reales que trajeron cambios políticos sustanciales. Así pues, a partir del 1989, la República Checa celebra el 17 de noviembre dos acontecimientos. El día internacional de los estudiantes y el día de la lucha por la libertad y la democracia. Sin el primer paso el segundo no se habría dado nunca."

miércoles, 1 de octubre de 2008

De la “ruta de la seda” a la “ruta de la soja”. La República Popular China en el intercambio comercial con Argentina.




Según algunos investigadores históricos, un marino chino, Zheng He, descubrió América 70 años antes que Cristóbal Colón, y en a mediados del siglo XVIII los intercambios comerciales con la región se realizaban a través del puerto de Acapulco en México y de Manila en Filipinas[1]. El devenir histórico del siglo XIX, la preponderancia de la metrópolis española y luego de la potencia imperial y comercial Inglaterra, alejaron a China de la ruta comercial de América Latina hasta entrado el siglo XX, ya con el ascenso de la China popular en la década de 1950.
Chile fue el primer país de la región que firmó un acuerdo comercial con la China popular en 1952, aunque recién en la década de 1970 y luego del acuerdo sino-norteamericano de 1971, por el que la R.P. China toma la representación del país ante la Naciones Unidas, se establecen relaciones diplomáticas con la mayoría de los países latinoamericanos y con ellas comienzan los intercambios comerciales[2].
La República Argentina establece relaciones diplomáticas con la China popular en 1972, pero es en los últimos años del siglo pasado como actualmente cuando los intercambios comerciales alcanzan la importancia que veremos mas adelante.
Siguiendo la idea de la complementariedad comercial es que entendemos la relación comercial de China con Argentina. “El concepto de complementariedad se utiliza para explorar el potencial exportador de un país a un destino determinado.”[3]De esta manera se detectan los productos que se pueden exportar para satisfacer la demanda de las importaciones de un país determinado. La especialización productora y exportadora de Argentina en cuanto a granos oleaginosos y sus derivados, y la contrapartida China en bienes manufacturados provenientes de las industrias del plástico, textiles y afines, hacen virtualmente complementarios a ambos países. Los bienes altamente complementarios tienen increíbles posibilidades comerciales en el intercambio entre ambos países.
Según los datos publicados por el Centro de Economía Internacional, dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, el comercio con China alcanzó en 2007 un superávit de 79 millones de dólares, ya que las exportaciones argentinas tuvieron un valor de 5.172 millones de dólares contra 5.093 millones de dólares de importaciones provenientes de China. No obstante ambas operaciones crecieron con respecto al año anterior, un 49% y un 63% respectivamente[4].
Argentina fue uno de los pocos países latinoamericanos que tuvo saldo positivo en su balanza comercial con el país asiático, ya que en el caso de México y Brasil el saldo fue negativo por 11.000 y 1.869 millones de dólares respectivamente. Sólo Chile supera a la Argentina con un superávit de 5.000 millones de dólares en su comercio con China[5].
La importancia de China como socio comercial de nuestro país queda demostrado en estos datos que hacen que aquel país ocupe el segundo lugar como cliente, detrás de Brasil, y el tercero en cuanto a proveedor.
Como explicáramos precedentemente, la especialización productora y exportadora de Argentina reside fundamentalmente en el complejo de granos oleaginosos y sus derivados, que China importa para la producción de alimentos para su ganado (aviar principalmente) y la transformación en aceites industriales. El crecimiento económico del país asiático diversificó las pautas de consumo de sus habitantes, lo que hace extremadamente necesaria la producción de alimentos con alto valor proteico y agregado.
Así, el complejo sojero concentró el 80% de las ventas a China (51% corresponden a porotos de soja y el 29% restante a aceite de soja), aumentando las exportaciones de esos productos en el último año un 87% y 142% respectivamente.
Las exportaciones de productos primarios a China abarcan el 54% del total de las exportaciones hacia ese país. Con cifras en caída con respecto al año anterior, combustibles y energía concentró el 8% de las exportaciones (Brasil tiene mayor importancia en el comercio de este tipo de productos, lo que lo hace el mayor socio comercial chino en Sudamérica, por los valores de su intercambio), en tanto MOI sólo representó 2% de las exportaciones hacia el gigante asiático.
Del lado de las importaciones provenientes de China, el 50% fueron Máquinas y aparatos eléctricos y mecánicos (entiéndase computadoras portátiles, máquinas fotográficas, circuitos integrados para computadoras entre otros) y el 11% a Productos Químicos (como glisfosato que se usa para la producción de herbicidas para las plantaciones de soja).
En los últimos 5 años las exportaciones argentinas hacia China crecieron en un 42% promedio anual, en tanto que las importaciones lo hicieron en un 75% promedio anual. Hoy en día, las exportaciones e importaciones hacia el gigante asiático representan respectivamente el 9.3% y el 11.4% del total del comercio nacional. Sin dudas el mayor crecimiento de las importaciones chinas con respecto a las exportaciones de productos argentinos, pone en alerta a los industriales argentinos ya que el bajo costo de los productos provenientes de China, sitúa a los argentinos en cierta desventaja.
Agroalimentos fue el sector que más creció en las exportaciones hacia China en los últimos años, en detrimento de textiles y metales que vieron decrecer su participación. Sin dudas, como referimos en el párrafo anterior, la invasión de textiles chinos pone en desventaja a la producción nacional.
Además, los agroalimentos tienen escaso valor y trabajo agregado. Esto último si simplificamos nuestra visión a los cereales y oleaginosas, ya que en los alrededores de las exportadoras de oleaginosas se conforma una zona de servicios conexos que hacen a la producción y exportación de dichos productos, conformándose lo que se entiende como clúster productivos, que abarca desde la producción de fertilizantes, la maquinaria agrícola, y el transporte y logística para su comercialización. De aquí nace la innovadora idea de los agronegocios, entendiendo todo el conjunto.
Mirando hacia el futuro, Argentina tiene una gran complementariedad comercial con China en porotos de soja, ya que nuestro país tiene un 24.1% en las importaciones de ese producto. Las manufacturas industriales que son usadas por los chinos como insumos también tienen amplias posibilidades comerciales, esto es los minerales y desechos de cobre (Chile tiene una amplia participación en éste sector), productos laminados de hierro y acero, y plásticos. Si las ventas chinas aumentan en el mundo, necesitará mas insumos para sus productos industriales, por lo que este sector tiene buenas posibilidades de desarrollo futuro.
Algunos productos químicos que Argentina produce (estirenos, poliestirenos, etc.) aún no ingresan al mercado chino y son muy buenas posibilidades ya que pagan bajos aranceles en comparación con el trigo y el azúcar que son grabados en un 65% y 50% respectivamente.

Emulando la tarea de aquellos pioneros del siglo XV, en las puertas del siglo XXI, Argentina y la región están ante una inmejorable oportunidad de aumentar el intercambio comercial con el gigante asiático. La antigua “ruta de la seda” aquella que salía por el puerto de Acapulco, hoy se transforma en la “ruta de la soja” en la que Argentina y Brasil tienen muy buen futuro. Estamos a favor de una diversificación de los productos exportables de nuestro país, ya que esto alentaría un desarrollo industrial en nuestra tierra, pero viendo las estadísticas y lo que China demandará en el futuro, es innegable considerar la importancia que la oleaginosa tendrá en el futuro comercio de nuestro país.


Imágenes:
Arriba - Plaza de Tien An Men
Medio - Puerto de Shanghai

Citas:
[1] Jiang Shixue, Una mirada China a las relaciones con América Latina, en Revista Diplomática Nº 3 del Instituto del Servicio Exterior de la Nación, páginas 128-147, disponible en www.isen.gov.ar/rd
[2] Oliva, Carla, Las posibilidades de un desarrollo armónico, en Revista Diplomática Nº 3 del Instituto del Servicio Exterior de la Nación, páginas 42-67, disponible en www.isen.gov.ar/rd
[3] El balance de la economía argentina 2007, IIE 2007: 651, disponible en Biblioteca de la Bolsa de Comercio de Rosario.
[4] El comercio de la Argentina con China, CEI, MRECIC, febrero de 2008, disponible en www.mrecic.gov.ar
[5] Oliva, op.cit.

Glosario:
Estirenos: se producen para fabricar productos tales como caucho, plásticos, material aislante, cañerías, partes de automóviles, envases de alimentos y revestimiento de alfombras.
Poliestirenos: es un polímero termoplástico que se obtiene de la polimerización del estireno. Se utilizan en la fabricación de envases mediante extrusión-termoformado, de objetos diversos mediante moldeo por inyección, además de aislantes térmicos.