viernes, 24 de octubre de 2008

El conflicto del Beagle. A 30 años del acontecimiento que casi nos lleva a una guerra con Chile


El 22 de julio de 1971 en un encuentro en Salta (Argentina) el presidente de facto argentino A. Lanusse y el chileno S. Allende, sellaron el acuerdo por el que se sometía al Laudo Arbitral de la Corona Británica una de las últimas disputas fronterizas entre ambos países: la cuestión del Beagle. A esta zona sometida al laudo se la conoció como “la del martillo” que comprendía no solo las islas e islotes al sur del Canal de Beagle, sino también la navegabilidad por el mencionado canal y la soberanía sobre el ingreso al Océano Atlántico.
Recordemos que más al sur, el Cabo de Hornos determina la confluencia de los dos océanos, por lo que, como determinaba la “zona del martillo”, Chile buscaba la salida al Atlántico a través de una línea perpendicular que se adentraba 200 millas en este océano, carcomiendo parte de la zona económica exclusiva de la Argentina.
La propuesta argentina para el laudo hacia agua por todos lados. Nunca en la historia hubo un mapa que demostrara la posesión de las islas e islotes al sur del Beagle, aún cuando Ushuaia, la capital del entonces Territorio Nacional de Tierra del Fuego (recordemos que se convirtió en provincia en 1991), está frente a las costas del canal. Más allá de Ushuaia no hay otra posesión argentina que haya acompañado la idea de posesión nacional sobre las islas al sur del Beagle. La posición argentina establecía una línea imaginaria sobre el canal, bordeando la isla chilena de Navarino, dejando a las islas Picton, Nueva y Lennox bajo soberanía argentina, cortando así la pretensión chilena de lograr una salida al Atlántico, según se había dejado sentado en el Protocolo de 1893 (al Tratado de Límites entre Argentina y Chile de 1881) por el que Chile no reclamaría nada sobre el Atlántico, ni Argentina lo haría sobre el Pacífico.
El tribunal arbitral se compuso por cinco jueces del Tribunal de la Haya de diversas nacionalidades: Estados Unidos, Suecia, Gran Bretaña, Francia y Nigeria. El 18 de abril de 1977 la Reina Isabel II de Inglaterra dicta el laudo arbitral por el que se hacían eco a las pretensiones chilenas, ya que no se consideraron parte del Atlántico a las islas e islotes al sur de Beagle, por lo que no se hallaban incluidas en el Tratado de 1881, y por tanto las islas Picton, Nueva y Lennox y una gran zona del Atlántico hacia el este, quedaban bajo soberanía chilena.
El 2 de mayo las partes conocieron el laudo. Chile aceptó inmediatamente la propuesta y comenzó a establecer bases militares y observatorios sobre las islas al sur del Beagle. Argentina, totalmente en desacuerdo, recién a principios de 1978, declara “insalvablemente nulo” al laudo por considerar que no tuvo en cuenta las pretensiones de nuestro país, y que adolece de errores geográficos e históricos.
Comienza así dentro de la Junta Militar que gobernaba Argentina, la puja entre las alas duras (Galtieri, Suárez Mason) y blandas (Videla) para solucionar definitivamente la cuestión limítrofe con Chile a través de un ataque directo al país trasandino. La escalada bélica se llamó “Operación Soberanía” y comenzaron a movilizarse tropas y pertrechos militares tanto a Ushuaia como a la frontera en la Patagonia sur. Bolivia apoyo la tesis argentina, a la que adhirió un reclamo por la salida al mar que Chile le había birlado en la Guerra del Pacífico a fines del siglo XIX. La Armada argentina, parte del ala dura de la Junta (Massera) planeó una operación secreta para ocupar militarmente las islas Picton, Nueva y Lennox y obligar a Chile a replegarse detrás de la cordillera. La Gendarmería nacional cerró varias veces los pasos fronterizos, lo que constituyó un virtual bloqueo al comercio de Chile con el resto de los países latinoamericanos. La guerra era casi una realidad entre los meses de octubre y diciembre de 1978, hace exactamente 30 años.
El entonces presidente Videla, no estaba de acuerdo con iniciar la guerra con Chile, y en sendas reuniones con su par chileno, A. Pinochet, se estudiaron todas las posibilidades para evitar la confrontación. Pero la decisión chilena era irrevocable: las islas al sur del Beagle eran posesión chilena tanto de facto como de jure. El presidente Videla y el canciller Carlos Washington Pastor pusieron en marcha una misión secreta integrada por diplomáticos de carrera, que inició contactos de alto nivel en Washington, Moscú y el Vaticano. El objetivo era generar desde el exterior una presión diplomática sobre el gobierno de Pinochet destinada a “flexibilizar” la postura del gobierno chileno. El mensaje enviado por Videla a estos interlocutores externos argumentaba que la dureza chilena no le dejaba ningún espacio para negociar, en tanto fortalecía a los sectores “duros” del Ejército y la Armada. Videla estaba íntimamente convencido de que la opción bélica con Chile constituía una catástrofe, pero no tenía suficiente poder para frenar los apetitos belicistas de los “halcones”
[1].
El comienzo de la “Operación Soberanía” tenía fecha: la noche del 22 de diciembre de 1978. Justo un día antes el entonces Papa Juan Pablo II, acepta ser mediador del conflicto y envía al Cardenal Antonio Samoré para que revise el laudo arbitral de 1977 e inste a las partes a no iniciar la contienda bélica. El 8 de enero de 1979, Chile y Argentina firmaron el Acta de Montevideo, por la cual aceptaban la mediación papal, retrotraían la situación al status quo de principios de 1977 y se abstenían de iniciar la guerra por la cuestión limítrofe
[2].
Finalmente la decisión papal fue conocida a fines de 1980, fruto de las negociaciones que el Cardenal Samoré llevó a cabo entre las partes, a pesar de continuas presiones por parte de los militares argentinos que trataron de minar la figura de Samoré, a quién consideraron favorecer a las posiciones chilenas
[3].De acuerdo con la misma, el Vaticano otorgaba a Chile las islas Lennox, Picton, Nueva, Evout, Barnevelt, Freycinet, Wollaston, Terhalten y Sesambre, hasta la isla de Hornos. La línea envolvente de las costas de estas islas constituía el llamado “Mar Territorial” chileno, dentro del cual el Papa concedía a la Argentina la posibilidad de instalar ayudas para la navegación en las islas Evout y Barnevelt y un sistema de control terminal aéreo conjunto en la isla Nueva, con el fin de regular los vuelos desde y hacia la Antártida. Asimismo, la propuesta vaticana establecía una “Zona de Actividades Conjuntas y Concertadas” o “Zona o Mar de la Paz”, en donde tanto la Argentina como Chile explorarían y explotarían en común los recursos vivos y no vivos del lecho marino y del subsuelo. La propuesta otorgaba a las autoridades de Buenos Aires y Santiago un breve plazo para responder, que expiraba el 6 de enero de 1981[4].



El 25 de diciembre de 1980 Chile aceptó la propuesta papal. Pero la decisión argentina se vio atrasada hasta finalizada la guerra de Malvinas y la caída de la dictadura: el 25 de noviembre de 1984 en una consulta popular realizada por el gobierno de Alfonsín, el “si” a la propuesta papal obtuvo el 82% de los votos. Cuatro días después se firma en Roma el Tratado de Paz y Amistad entre Chile y Argentina por el que se cierra la cuestión de la soberanía sobre las islas al sur del Beagle y el área marítima circundante.
Otro conflicto limítrofe entre Chile y Argentina, el de Laguna del Desierto, se solucionó por laudo arbitral (un tribunal compuesto por latinoamericanos) el 21 de octubre de 1994, fallando a favor de la Argentina en cuanto a la soberanía sobre la misma. El 16 de diciembre de 1998 se firmó el Acuerdo para precisar el recorrido del límite desde el Monte Fitz Roy hasta el Cerro Daudet de 1998 para reemplazar la poligonal propuesta. El acuerdo mantiene lo firmado en el Tratado de 1881, altas cumbres que dividen aguas y se respeta la divisoria continental de aguas, excepto en algunos sectores en donde se trazan rectas. Éste fue el último conflicto limítrofe con Chile, solucionado también por la vía pacífica.
En diciembre próximo, las Presidentas Fernández de Kirchner y Bachelet se reunirán en Punta Arenas, para instalar la piedra fundamental de un monumento que elogiará el trigésimo aniversario de la mediación papal de Samoré que evitó la guerra entre dos naciones íntimamente ligadas (El Cardenal Samoré falleció en febrero de 1983, no pudo ver concluido el acuerdo de paz por el que tanto luchó).
Aquel 21 de diciembre de 1978, estuvimos cerca de pasar una navidad en guerra…gracias a Dios, primaron las “palomas” de la paz por sobre los “halcones” violentos.

Imágenes:
Arriba: Las soluciones cartográficas a la cuestión limítrofe.
Abajo: La firma del Tratado de 1984 en Roma.

Referencias bibliográficas:
[1] http://www.argentina-rree.com/14/14-057.htm
[2] Braslavsky, Guido, Una navidad en que casi hubo guerra con Chile, Clarín 28/08/2005.
[3] Algañaraz, Julio, Un plan secreto para la guerra. La historia de la santa mediación, Clarín 20/12/1998.
[4] http://www.argentina-rree.com/14/14-057.htm

3 comentarios:

Santiago dijo...

una lastima que con los nosotros, los chilenos haya tantos enfrentamientos,yo vivo hace re poco en un alquiler temporario en buenos aires y por suerte a mi siempre me trataron muy bien en Argentina pero ojala pueda acabar esos prejuicios y problemas

Anónimo dijo...

Bastante deplorable el articulo pues adolece de multiples fallas:

1)la pretensión chilena de lograr una salida al Atlántico No es una pretension. Chile tiene una salida al Atlantico y es porque posee las islas que le cedio Argentina en el tratado de 1881.

2)Argentina, totalmente en desacuerdo... Un fallo arbitral no queda a disposicion de los recurrentes, sino no que estos estan obligados a obedecerlo. El desacato es abrir la puerta a la guerra. Muy diferente la actuacion de Chile tras el fallo de Laguna del Desierto: se apeló, se perdió, se acató . Punto

3)Estos "problemas" solamente se acabarán cuando Argentina deje de pensar en ser "Argentina Potencia" y tome una actitud responsable.

Luis Enrique, (Kavi). dijo...

Tres cosas deben entender los argentinos respecto a los trasandinos del poniente:
Ellos no se sienten traidores, argumentando los siguientes fundamentos que os quiero exponer a continuación.
Ellos básicamente, resumen su filosofía marcial en estos tres principios:




1) DEFENDER LA PAZ DE LA PATRIA, NUNCA ES TRAICIÓN.

2) LA TRAICIÓN SE PRODUCE ENTRE AMIGOS, NUNCA ENTRE ENEMIGOS.

3) PUES, EN ESE MOMENTO ARGENTINA Y CHILE TENÍAN PENDIENTES EL LITIGIO DEL BEAGLE.

POR TANTO, CONSIDERABAN QUE NO ERAN AMIGOS, SI NO QUE MAS BIEN ERAN RIVALES FRONTERIZOS.




Pero además, hay otros tantos argumentos de peso que conviene recordar y nunca olvidar, para comprender las acciones de los chilotes:




4) Durante la invasión argentuza a las Malvinas, los militares gritaban eufóricamente: ¡Y AHORA LE TOCA A CHILE! De esto, se enteraron las autoridades trasandinas, que vieron confirmada la amenaza por espías uruguayos que accidentalmente dieron la información a chilenos que eran espías.

Entonces, se preguntaron: ¿Puede un país apoyar a un vecino que le está diciendo que le va a atacar?

Pero, además de este aviso, Galtieri anuncia imprudentemente que vendrán mas invasiones. La cuestión es, ¿A quién?. Obviamente estaba diciendo que después de consolidar el triunfo argentuzo en las Malvinas, el siguiente territorio a invadir sería Chile.
5) También se enteraron por canales familiares que los primeros soldados argentinos en caer en las batallas eran hijos de padres chilenos.

6) Tienen siempre presente que, Argentina siempre ha dado su apoyo diplomático y asesoría política al Perú y a Bolivia respecto a los litigios que Chile ha sostenido con los vecinos del norte. Por tanto, Argentina, nunca ha sido un aliado fiable o un amigo neutral en los asuntos de Chile y en consecuencia, la actuación de Pinochet no puede calificarse de traición. Según ellos, esto es lo que desean hacer creer los enemigos de Chile, especialmente fanáticos argentinos, peruanos y bolivianos.

7) Piensan que, los verdaderos próceres argentinos caídos en las Malvinas, eran indirectamente chilenos. ¡OS SORPRENDE, VERDAD!

Pues, la dictadura argentina, decidió hacer una limpieza étnica en la Patagonia y por tanto enrolar a un buen porcentaje de argentinos de ascendencia chilena o hijos de padres o madres chilenas. (Esto se puede confirmar en los archivos de registros civiles de todos los combatientes que participaron en el conflicto).

8) Al decir de un estratega chileno radicado en España, el pueblo argentino debería estar agradecido de Pinochet, por cuanto, su ayuda informativa a Inglaterra significó:




a) Acortar la guerra y por tanto disminuir los costos de vidas humanas y de recursos económicos.

b) Acelerar indirectamente la caída del régimen militar y por tanto el regreso a la democracia.

c) Evitar una segunda guerra más dolorosa, después de las Malvinas: ¡LA GUERRA CONTRA CHILE!

Pues, esta guerra sí que hubiese sido catastrófica tanto para Argentina como para Chile, pero la mayor sorpresa se la hubiera llevado Argentina por cuanto Chile tenía varias sorpresas guardadas que las FFAA del pequeño país trasandino no quieren desclasificar, ni sacar a la luz.

La derrota de las Malvinas, significó un desmoronamiento anímico para iniciar otra aventura belicista hacia Chile. (La operación soberanía terminó en las Malvinas)